El blog de Pucca está en obras. Vuelvo pronto, ya casi queda

27 octubre 2006

0

Cava y whisky

Ayer por la noche le pregunté a María Joaquina, lo que haríamos hoy. Me contestó “lo que hacemos todos los días Pinky”. Ante tal respuesta solo esperé que amaneciera. Nuestra única misión del día era ir a la muy mentada Champañería.

Emprendimos camino Livier, María Joaquina, Gianluca y yo. Es cierto, la champañería hay que vivirla, pero voy a hacer mi mejor esfuerzo porque la imaginación la recree. En una calle paralela a la Rambla, de hecho, una calle muy pequeña, tipo callejón de Guanajuato, ahí está un local. Puertas grandes de madera abiertas de par en par.

La estructura de todo el local se ve desde la puerta, lo cual ya indica que es de tamaño pequeño. Tiene un gran mostrador del lado derecho, casi como de tortería, como las conocemos en México.

Hay mucha gente parada, de hecho, toda la que está dentro del local la está. Esa es la idea, no sillas. El mecanismo de funcionamiento es acercarte a la barra mencionada y pedir “cava”, que es champagne pero como no es de la región oficial del champagne, pues no se le puede llamar así. Además de la cava, se piden bocadillos. Hay de pescado, pero obviamente lo fuerte está en los embutidos. El bocadillo va en un pan redondo del tipo y sabor de la telera. O sea, si es una tortería.

Ya con cava y bocadillo hay que ingeniártelas para beber, comer, platicar y disfrutar, todo, de pie y con dos manos. En eso estábamos cuando nos acabamos la primera cava, que fue rosada. La siguiente, blanca, acompañó a nuestra segunda ronda de bocadillos. Y pudimos ir por la tercera cava, pero algo extraño en el ambiente nos estaba irritando los ojos a todos los asistentes.

Teorías iban, teorías venían, al respecto. Que si la cebolla, que el humo del cigarro, que la grasa, que polvo, etc. El chiste es que ya no era chistoso estar ahí. Así que dijimos adiós, de esos de hasta muy pronto, a la Champañería. Nos fuimos a casa, y claro, caí dormida el resto de la tarde.

A eso de las 10:30 pm fui a la cocina por mi cena, una manzana, nada más. No quería saber de carbohidratos y grasa. Estábamos muy quietecitos viendo E-Ring, cuando llega un mensaje de Livier invitándonos a un museo (11:30 pm). Y, como dicen aquí, “yastá”, si es cuestión de cultura no nos pudimos negar.

Se trataba del Museo del Whisky. Un bar agradable con música agradable, un cd de The Cure y otro de reggae. Donde a 1:00 am ya te sirven lo que quieren y no lo que pides. Afortunadamente nos cayó una fiesta andaluza en la mesa de lado, que nos hizo reír mucho. Que buen ambiente se cargan los andaluces. Son como mexicanos costeños. O como leoneses o queretanos ya pedos.

Son las 3:30 am y espero que no venga nadie a levantarme de mi cama para tomar más alcohol. Por hoy ya estuvo bueno.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario