Vivir sin vivir viviendo

La vida se ha convertido en un hermoso sueño. El dice que está cansado, que la vida ya no es vida. Lo escucho, me duele y comprendo. Comprendo que no está solo aunque así se sienta. Soy afortunada de escucharlo, de estar aquí y acompañarlo en su soledad. El me acompaña en la mía y yo lo acompaño en la suya. Unas vidas que parecen llenas de causas perdidas, pero que detrás de tanta melancolía hay suficiente amor como para no desfallecer del todo.

Me pregunto si la gente realmente sola, tiene alguien que lo escuche decir que esta solo.

Me pregunto si la gente que dice que no quiere vivir más, lo dice sinceramente o es un grito de ayuda.

Me pregunto por qué no hemos aprendido a integrar a nuestra vida, a quienes nos trajeron a ella.

Me pregunto y no logro contestarme.

Quizá lo que dice, lo que yo pregunto… no tiene más caso que hacer algo al respecto, que estar aquí y compartir.

Si pudiera transmitirle a él que todo este año temí no volver a abrazarlo.

Que ahora soy inmensamente feliz porque estoy aquí. Porque lo escuché decir “la vida no es vida”, y yo le contesté “la vida es así”.

Tener este tipo de conversaciones son lo que hacen de cualquier día, un día especial... un día para agradecer tener vida, una vida para agradecer ese día.