El blog de Pucca está en obras. Vuelvo pronto, ya casi queda

25 enero 2009

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Un árbol ¿cualquiera?

El talador quiso saber qué tan antiguo era aquel árbol que parecía haber acompañado, no solo a su padre, sino a tres generaciones más.

Cuando supo del hacha mágica, que permitía cortar un árbol sin romper en definitiva la conexión entre las dos partes resultantes, pensó en el. En realidad, no había magia de por medio, era tecnología avanzada, pero para el talador aquello solo podía significar algo sobrenatural.

El sabía que “árbol talado árbol acabado”. Así había sido hasta que llegó la revolución de los señores de batas blancas. Llegaron hablando de clonar plantas, frutos, árboles enteros. La técnica implica cortar transversalmente el tallo, tronco o rama. Tomar una muestra de éste, o varias, y plantarlas, no para vegetación nueva, sino para replicar aquella que ya se sabe que crece sana y radiante.

Pero este árbol no estaba dentro del perímetro del laboratorio de clonación forestal. Éste cobijaba un tramo del camino a casa que cada día recorría el talador. Ese árbol le parecía tan antiguo que no creía en lo que le había dicho uno de esos hombres vestidos de blanco: “es tan joven como tu”.

Era tanta su ansiedad, que aquel día, después de trabajar en la clonación de un gran sauce, llevó consigo aquella hacha que no mataba árbol alguno. Esperó a que la zona quedara desierta para no ser sorprendido y cuando creyó estar en un mundo abandonado donde sólo aquel árbol y él compartían el oxígeno, le dio los tres golpes básicos y lo taló.

Se sentó frente al tronco, se sirvió un poco de café y acomodó las linternas para tener una buena visión de los secretos que estaba a punto de descubrir.

En efecto, no era un árbol viejo, si acaso, hacía un par de años había sobrepasado las tres décadas. Sin embargo, por la figura de los anillos del tronco, el talador entendió la textura rugosa y reseca de la corteza. Había evidencias de otros intentos de tala, con hachas de las que sí matan. También, se dio cuenta de que ese árbol había despertado interés en más personas. Un intento de tala estaba remachado con 7 grandes clavos y una placa de un metal resistente, que con el tiempo, se fueron injertando en el mismo cuerpo del árbol proporcionándole resistencia después de aquel, seguramente, doloroso suceso.

A la par, aquellos anillos reflejaban que el árbol tenía un patrón de crecimiento lleno de milagros. Había nacido como árbol proveedor de caucho resistente, del mejor de la zona. Sin embargo, el caucho disminuyó de calidad en una época de sequía y ante la evidencia de que había dejado de ser útil, en lugar de morir, se reinventó en un árbol frondoso que si bien no tenía valor comercial, recibía a diario el agradecimiento de los caminantes que se refugiaban del intenso sol o de las despiadadas lluvias de la zona.

Antes de que terminara el tiempo límite para reinsertar el tronco, el talador se dio prisa a tomar un par de muestras de los anillos de árbol y lo colocó en su lugar.

El talador quedó maravillado por misterio descubierto y aún guarda el deseo de plantar los clones del árbol en algún lugar que merezca la réplica de una historia llena de bendiciones, dolor y mucho, mucho amor.


4 comentarios:

  1. Me ha encantado el relato, Pucca. Tienes que hacer mas. Muchos, muchos mas.

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  2. Gracias Candela!! habrá muchos más, lo prometo!!

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  3. Creo ver en ese árbol a Pily.Gracias por darnos solaz.
    TQM

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  4. Exacto Kme. Fue un ejercicio de presentación convirtiéndome en un personaje de ficción. Gracias por reconocerme.

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