El blog de Pucca está en obras. Vuelvo pronto, ya casi queda

13 enero 2010

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Mi gran peque

Las despedidas no siempre son dolorosas. Hoy viví una que más que dolor tiene esperanza. Una esperanza que no viene de los hechos futuros sino de la mirada tranquila de quien se marcha y del corazón tranquilo de quien se queda. Los hechos siempre pueden cambiar pero la confianza que en ella tengo, no.

Habrá días en que extrañe su voz y su presencia, incluso, ahora lo hago. No es que me de gusto su partida, lo que pasa es que a María Joaquina no la tienes que tener diario para disfrutarla. Un poco de ella es mucho para mí y para todos mis compañeros.

Este año aprendí algo de ella. Que no es nada nuevo, es muy de ella, pero hasta ahora me atrapó. Ella ve pasar y capotea cuando alrededor se habla de la gente. De conocidos y desconocidos, de familia y vecinos, ella es noble y no ensucia a nadie con sus palabras. Se hable de sospechas o de hechos, ella calla. Eso es sólo una minúscula muestra de lo que en ella es enorme: la prudencia.

Yo quiero aprender a ser un poco como ella. Un poco, nada más, porque sino tendría que cerrar blogs, cuenta de Twitter y cerrar más mis círculos de amistades. Lo más apanicante es que tendría que cerrar la boca. Hasta eso, de quien más hablo, es de mi. No, no, tan como ella no quiero ser, se acabarían un par de encantos que tengo. Es más, creo que no podría... ese don se da o no se da.

La Joaquina es prudente como poca gente conozco, por eso, esta vez que vi a mi hermana menor, fue mayor mi admiración a ella.

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