El blog de Pucca está en obras. Vuelvo pronto, ya casi queda

20 mayo 2011

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Si se acaba el mundo

Cuentan que mañana 21 de mayo se acaba el mundo. Si fuera cierto, sería una verdadera pena porque me gustaría terminar antes la tesis de la maestría de Desarrollo Organizacional. ¡Ay ajá!

No me preocupa morir mañana, y si todos nos vamos juntos, tampoco no me preocupa que se vayan los cariños míos. El punto es que no sabemos, no sabemos que va a pasar mañana y esa incertidumbre, como muchas otras, es una buena justificación para ponerme musical.

No se cuando la escuché por primera vez, pero si recuerdo cuándo le puse atención a la letra. No fue hace mucho. Disfrútenla y bailen porque yo no se mañana.




15 mayo 2011

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Al maestro con cariño

No recuerdo su nombre, seguramente Cha o Presy si. Estaba yo en cuarto año de primaria, con unos 8 años y bajo su tutela, atendía la tiendita del colegio, disque porque era buena en las mates. Era un cargo de privilegio. Salía antes de clase para preparar todo para el correo, volvía después y tenía un burrito de machaca de recompensa, como mínimo.

Cuando nos fuimos a vivir a Salvatierra me escribía cartas diciéndome que extrañaba mucho mi presencia. Era una monja. Luego estuvo la madre Catita, de Salvatierra. Era todo un personaje, viejita-viejita, nos ponía a leer y se echaba sus pestañitas. Tenía compañeros que le hacían maldad y media, y ella reaccionaba gritando y agitando su bastón. A mi también me regañaba, pero por estar agarrandome el cabello siempre. Fuera de eso, se preocupaba por mi y me daba consejos cuando me veía triste porque estaba lejos de mis papás.

En León, tuve un angel, Gina. Le preocupaba que en mi historial hubiera puro diez y aquí yo no pintara para nada parecido. Platicaba mucho conmigo, me daba consejos para socializar con mis compañeras, pero lo que más recuerdo de ella son sus brazos. Me abrazó muchas veces, las mismas que secó mis lágrimas. De no ser por ella, empezar de nuevo hubiera sido más difícil de lo que fue. De ahí en adelante tuve maestros de catálogo.

En secundaria ninguno que recuerde para ponerle laureles, pero seguro que hicieron su función porque aprendí. En prepa, creo que más que recordar yo a los maestros, ellos me recuerdan a mi. Mis calificaciones y mi nivel de socialización ya estaban por encima del promedio y me podía dar el lujo de ser traviesa.

En la prepa fui "señorita súper estrella" según el profe. Pero no crean que era un halago, era burla porque me reusaba a seguir los procedimientos para resolver las ecuaciones y le alegaba eficiencia porque de todas formas daba con el resultado. Entre discusiones y exentadas, me daba muy buenos consejos. Le caía bien, hasta ese momento, luego caí de su gracia, pero esa es otra historia.

En la uni, el mismo profe volvió a verme con buenos ojos y me siguió escuchando y aconsejando. Casi al final de la carrera conocí a mi guía profesional. De admirarlo como maestro creció mi cariño para admirarlo como ser humano y ahora tengo la dicha de ser su amiga. Hoy ando sentimental (ay ajá, solo hoy) por eso recuerdo no a los maestros que hicieron su chamba, sino a aquellos que crearon un lazo sentimental conmigo. El efecto de sus palabras es lo que ahora soy. Espero no defraudar a ninguno de ellos.

11 mayo 2011

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Tiempos radicales en el amor

Pocos temas son tan paseados como lo es el del amor. En pocos temas, somos tan poco objetivos. En casi ninguno, como en ese, juzgamos, sentenciamos y aprisionamos o liberamos tanto.

A mi, me es difícil tener una postura clara en el tema. Mientras pienso que es terriblemente difícil amar, recuerdo que se fluye fácilmente en el amor. Esta dualidad debería darme algo de neutralidad, dícese de esperanza. A veces, así es. Sin embargo, hay días en los que me instalo radicalmente en un lado de mi teoría. Como hoy.

En la serie de circunstancias en las que ahora vivo, me satura la idea de lo difícil que es amar, algo así como amar en los tiempos de Pucca, si me lo permiten. Como todos, tengo mi propia definición de amor que no cabría en un párrafo. Más bien, consta de una serie de elementos que, en su totalidad, arman el amor perfecto. Algunos cuantos, arman el amor humano.
  • Encontrar una persona con la que el tiempo pase suavemente.
  • Escuchar su mirada y no necesitar escuchar nada más.
  • Acariciar su piel mientras agradezco estar viva.
  • Abrazar con la impotencia de no poder dar más cercanía.
  • Sentir en la realización del otro, la consumación del amor.
  • Abandonar el mundo para ofrecerle un universo compartido.
  • Vivir en orgullo de compartir justo con esa persona.
  • Disfrutar cariños y volver extasiada a sus brazos.
  • Ser grande afuera y engrandeceme en su corazón.
  • Admirar su rostro que se ha vuelto el más bello de todos.
  • Contar con su complicidad responsable.
  • Aprender de mi desde la mirada de el.
  • Descansar más cómodamente en su presencia que en su ausencia.
  • Arrebatar sonrisas por respirar.
  • Sonreír a carcajadas de aciertos y errores de ambos.
  • Todas las anteriores y decidir decir "te amo".
De éstos, mis elementos del amor, habrá alguno que sobre en la definición de amor de alguien más con quien espero no toparme con intenciones de relación. Seríamos algo así como infelices en el momento en que yo no ajuste mis elementos necesarios y a él le siga incomodando alguno.

De todos, el que suelo cuidar más es el último. Es la detonación de la entrega total. He de confesar que algunas veces me cuestiono si soy demasiado estricta al respecto. Maybe. Para mi, no es suficiente ser encantador, inteligente y guapo para que yo diga "te amo". Entre otras cosas, hay que merecerlo.

Y no estoy pensando en un ser perfecto, sin defectos. Me refiero a que ese ser esté en las condiciones en que mi "te amo" no represente cristales rotos en el piso, no signifique una hora tarde o quince minutos temprano, ni una canasta con un hoyo al fondo.

Para mi "te amo" debe haber una vasija donde éste tenga cabida. Que conste, no hablo de correspondencia, hablo simplemente de exista la posibilidad. El amor puede pasar muchas pruebas pero ésta es obligatoria, es como el propedeutico.

Y eso es lo que hoy me resulta difícil de encontrar. Todos los demás elementos, son tan fáciles de sentir que bien podrían señalarme de enamoradiza. Pero ese, encontrar alguien que no tenga la vasija saturada, rota o prestada, me ha costado trabajo. Creo que no me toca vaciar vasijas, ni limpiar, ni reparar y mucho menos rescatar vasijas ajenas, eso es asunto de ellos. No pretendo depositar mi "te amo" en una vasija nueva... tendría que enamorarme de un monje benedictino y no está en mis planes hacer tal cosa.

Mi "te amo" lo único que busca es un espacio para ocupar. Que sea como invitado a un banquete, bienvenido, digno de entrar. Que sea tratado con respeto. Que pase un rato agradable o toda una noche de diversión. Cuánto dure ahí no es la cuestión. Incluso, mi "te amo" busca un lugar de donde, si algún día es necesario, se pueda despedir con agradecimiento.

En los últimos tiempos ha sido difícil encontrarle posada. Ya sé, no hay prisa, tampoco lo voy a hospedar a fuerza en ningún lugar. Pero quien lea esto y ame, sabrá por qué es que añoro hacerlo.

Por lo pronto, mi "te amo", se queda conmigo, bien guardado, bien agusto, hasta que alguien provoque muchas palomitas en mi check list del amor, incluyendo, por supuesto, el último elemento.